Los discapacitados a veces tienen dificultad para
ciertas actividades consideradas por otras personas como
totalmente normales, como viajar en transporte
público, subir escaleras o incluso utilizar ciertos
electrodomésticos. Sin embargo, el mayor reto para los discapacitados
ha sido convencer a la sociedad de que no son una clase aparte. Históricamente han sido compadecidos,
ignorados, denigrados e incluso ocultados en instituciones.
Hasta la segunda mitad del siglo XX fue difícil que la sociedad
reconociera que los discapacitados (aparte de su defecto específico)
tenían las mismas capacidades ,
necesidades e intereses que el resto de la población; por ello seguía
existiendo un trato discriminatorio en aspectos importantes de la
vida. Había empresarios que se resistían a dar trabajo o promocionar a
discapacitados, propietarios que se negaban a alquilarles sus casas y
tribunales que a veces privaban a los discapacitados de derechos
básicos como los de custodia de los hijos. En las últimas décadas esta
situación ha ido mejorando gracias a cambios en la legislación, a la actitud de la
población y a la lucha de los
discapacitados por sus derechos como ciudadanos e individuos
productivos.
Los discapacitados, en el ejercicio de sus derechos, han luchado
por establecer los siguientes principios: ser evaluados por sus
méritos personales, no por ideas estereotipadas sobre discapacidades;
conseguir que la sociedad realice cambios que les permitan participar
con más facilidad en la vida empresarial y social (facilitar el acceso
con sillas de ruedas al transporte público, a edificios y a espectáculos) y, finalmente, integrarse con la población capacitada.
El movimiento a
favor de los derechos de los discapacitados ha encontrado una
cierta oposición en grupos que consideran un coste
prohibitivo realizar los cambios necesarios. Además, la
ausencia de instalaciones que facilitarían la integración de los discapacitados en la
vida pública es utilizada a veces por las personas
capacitadas como excusa para ignorar este tema.
Así como se discrimina a los discapacitados
físicos o mentales, también se hace lo mismo con
los que padecen alguna enfermedad, y el ejemplo más
común en este caso es el de los infectados por el virus del
HIV/SIDA.
En la actualidad, los enfermos de HIV/SIDA son uno de
los grupos más grandes de marginados. Se los discrimina de
todas las formas imaginables:
-niños y adolescentes expulsados de sus hogares por sus propios padres.
-estudiantes expulsados de los colegios para
"proteger" a los demás alumnos. Y hasta marchas de padres
exigiendo la expulsión de los mismos para velar por la
seguridad de sus
hijos.
-la prensa amarillista que dedica gran parte de su tiempo a hacer
del sufrimiento de los enfermos un objeto del
sensacionalismo.
-discriminación en la denominación,
al llamarlos "sidosos", "sidáticos", "sidóticos",
etc., cuando el término correcto sería "enfermo de
SIDA".
-la discriminación social por parte de
algunos, al afirmar que el SIDA es una "enfermedad justiciera", que viene a limpiar al mundo de homosexuales, drogadictos y prostitutas.
-personas que aún son aptas para el trabajo, que aún así son expulsadas de sus empleos .
-profesionales que niegan su atención "por
miedo a infectarse".
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